Un tal Robert Guerrero


“Un tal Robert Guerrero”, dice el mensaje de texto.

Son las 12 de la noche
y me lo manda
mi padre.
Me narra al detalle
una pelea de
box
que está mirando
mientras yo padezco una jornada laboral nocturna.

“Al tal Robert Guerrero lo apodan el fantasma Guerrero”
sigue diciendo,
e imagino al tal Guerrero, macizo y espectral.

Los mensajes se suceden
silenciosos
a través de la noche.
Mi padre alumbrado por el televisor, celular en mano.

Nos separa una ciudad
pero nos une este
cuento.

El fantasma Guerrero que llega roto al último round.



Los perros del muro de Berlín, Luis Lhooner