Este
ocultamiento vano, propio de los culpables, será el folletín de los próximos
meses. El contraste del cardenal, y de lo innombrable, hará de la podredumbre,
de las vigas maestras y el óxido, el pastiche digno de un pintor mediocre. Es
de esperar que nuestros celadores busquen en otras partes. Tendremos
binoculares y una escalera que nos conduzca, como en la infancia, al silencioso
patio trasero de nuestros familiares. Ahí cavaremos una tumba para las
graciosas deidades que florecen en el mes de marzo. Y ahí estarán también las
palabras, las palabras tan ansiadas que nos hablen de la muerte.
La Repetición, Carlos Peirano