Un tal Robert Guerrero


“Un tal Robert Guerrero”, dice el mensaje de texto.

Son las 12 de la noche
y me lo manda
mi padre.
Me narra al detalle
una pelea de
box
que está mirando
mientras yo padezco una jornada laboral nocturna.

“Al tal Robert Guerrero lo apodan el fantasma Guerrero”
sigue diciendo,
e imagino al tal Guerrero, macizo y espectral.

Los mensajes se suceden
silenciosos
a través de la noche.
Mi padre alumbrado por el televisor, celular en mano.

Nos separa una ciudad
pero nos une este
cuento.

El fantasma Guerrero que llega roto al último round.



Los perros del muro de Berlín, Luis Lhooner



















El jardín sobre las techumbres


                                                            Este ocultamiento vano, propio de los culpables, será el folletín de los próximos meses. El contraste del cardenal, y de lo innombrable, hará de la podredumbre, de las vigas maestras y el óxido, el pastiche digno de un pintor mediocre. Es de esperar que nuestros celadores busquen en otras partes. Tendremos binoculares y una escalera que nos conduzca, como en la infancia, al silencioso patio trasero de nuestros familiares. Ahí cavaremos una tumba para las graciosas deidades que florecen en el mes de marzo. Y ahí estarán también las palabras, las palabras tan ansiadas que nos hablen de la muerte.

La Repetición, Carlos Peirano